Por medio de la Biblioteca Lenzi, fuimos invitados a la Feria Provincial del Libro en Río Gallegos. Estuvimos más que felices por la atención, la dedicación y el amor que nos brindaron.
Los chicos que viajaron, Nati, Lourdes, Juan, Rodolfo y Rubén, fueron votados por sus compañeros. Con ellos, hicimos dos presentaciones para los colegios de Santa Cruz. Los chicos leyeron algunos de sus cuentos, fragmentos del prólogo de Bayer y contaron cómo hicieron la tapa del libro.
Después hubo preguntas y también pudimos conversar mucho con las docentes de allí. Los chicos, por su parte, charlaron con alumnos de otras escuelas, y hasta hubo intercambios de teléfonos.
Pero además del libro, tuvimos la increíble dicha de recorrer lugares que jamás soñamos: con Eduardo y Javier, llegamos hasta el límite con Chile, visitamos “La laguna azul”, un volcán sin actividad, y que en su interior deslumbra el reflejo de una laguna sin fondo. Allí, nos dijeron, debíamos arrojar una piedra y pedir un deseo. Y el deseo que, supimos, los chicos pidieron, se cumplió...
Conocer el Glaciar. Ese día Eduardo nos vino a buscar tempranito. Durante todo el viaje, a modo de experto guía, nos fue mostrando y explicando acerca de todos los lugares que tuvieron relación con “La Patagonia Rebelde”.
Llegamos a Calafate y fue entrar a un paisaje de cuento de hadas. Allí, inmediatamente, nos recibieron en la radio local (LU 23) donde nos entrevistaron.
Seguimos el viaje, por caminos zigzagueantes, entre montañas nevadas. De pronto, en una curva, Eduardo nos dijo: “Prepárense todos: les presento al glaciar”. Ni bien terminó de decir esto, lo vimos y no hubo más palabras, como no las hay ahora para describirlo. Hay fotos, por supuesto, pero no alcanzan.
Después, por supuesto, guerra con la nieve. Risas. Muchas risas. Y a la vuelta, en Calafate, nos esperaba la hija de Eduardo, con una mesa repleta de facturas para los chicos (y para nosotras) y con una cálida conversación.
La despedida fue un poco más silenciosa que la llegada: El cansancio, “Yo me quisiera quedar un poco más”, la despedida de Javier y Eduardo, con quienes los chicos se encariñaron enormemente.
El otro día en la escuela vimos las fotos en el aula. Les contaban a los otros, a los que no fueron: lo más gracioso, lo más lindo, cada situación que aparecía en imágenes. Risas. Muchas risas. Estaban verdaderamente felices.