EL PODER DE LA PALABRA
“Yo construyo puentes
para que me encuentres”
Elsa Bornemann
Cuando comenzamos a construir este trabajo, nuestra intención, como docentes, fue dar sentido al aprendizaje de los conocimientos, especialmente de la lengua y la literatura. Así, nos atrevimos a bucear, junto con los chicos, en el valor más profundo y primitivo de la literatura, que es el de contar historias: el placer de imaginar, de cambiar la realidad, de crear personajes, otros mundos; jugar con la palabra y hasta redescubrir sus sonidos y sus significados.
Nos pareció que el camino era darles a ellos la posibilidad de que contaran sus propios cuentos, sus formas de ver el mundo, de divertirse, de pensar, de vivir.
Creemos que muchas veces, cuando está en manos de algunos, de unos pocos, la palabra se transforma en muro, en frontera. Pero si logramos que los callados, los silenciosos, los marginados, se la apropien, entonces tiene el maravilloso poder de crear lazos. Es ahí cuando las palabras son puentes, para que la comunicación rompa el silencio, el aislamiento. Un puente, sabemos, es un camino que sirve para unir dos lugares, que, estando muy cerca, pueden verse muy distantes sin él.
Al comienzo, tenemos que decirlo, hubo desconcierto, asombro, desinterés: “¿A quién le puede interesar lo que nosotros tenemos para decir?”. Fue difícil. En principio, quisimos que entendieran que a nosotras sí nos interesaba, y mucho. Comenzaron tímidamente, de a poco fueron teniendo confianza en sus palabras, y finalmente, nos llenaron de cuentos.
Cuentos, historias, historias de Carcova: algunas dramáticas ó divertidas, otras simples ó complejísimas. Son sus aventuras: lo que temen, lo que creen y lo que sueñan.
Para terminar, queremos aclarar, que, desde ya, hemos realizado correcciones en cuanto a la puntuación, ó algún tema específico de sintaxis, pero sólo cuando era necesario para favorecer su comprensión. Es importante entender, que, la prioridad de esta antología es, no modificar, en lo más mínimo, las palabras de los chicos, porque aquí ellos son sus dueños.
Esperamos que disfruten esta aventura literaria, y que, cuando lleguen al final del puente, sientan que el camino recorrido valió la pena. Gracias:
Miriam Abálsamo y Claudia Szelubsky
Nos pareció que el camino era darles a ellos la posibilidad de que contaran sus propios cuentos, sus formas de ver el mundo, de divertirse, de pensar, de vivir.
Creemos que muchas veces, cuando está en manos de algunos, de unos pocos, la palabra se transforma en muro, en frontera. Pero si logramos que los callados, los silenciosos, los marginados, se la apropien, entonces tiene el maravilloso poder de crear lazos. Es ahí cuando las palabras son puentes, para que la comunicación rompa el silencio, el aislamiento. Un puente, sabemos, es un camino que sirve para unir dos lugares, que, estando muy cerca, pueden verse muy distantes sin él.
Les propusimos a los chicos que, esta vez, no fuera el mundo quién hablara de ellos, sino al revés, que, a su antojo, fueran ellos los que hablaran del mundo.
Así que les propusimos a los chicos que, esta vez, no fuera el mundo quién hablara de ellos, sino al revés, que, a su antojo, fueran ellos los que hablaran del mundo.Al comienzo, tenemos que decirlo, hubo desconcierto, asombro, desinterés: “¿A quién le puede interesar lo que nosotros tenemos para decir?”. Fue difícil. En principio, quisimos que entendieran que a nosotras sí nos interesaba, y mucho. Comenzaron tímidamente, de a poco fueron teniendo confianza en sus palabras, y finalmente, nos llenaron de cuentos.
Cuentos, historias, historias de Carcova: algunas dramáticas ó divertidas, otras simples ó complejísimas. Son sus aventuras: lo que temen, lo que creen y lo que sueñan.
Para terminar, queremos aclarar, que, desde ya, hemos realizado correcciones en cuanto a la puntuación, ó algún tema específico de sintaxis, pero sólo cuando era necesario para favorecer su comprensión. Es importante entender, que, la prioridad de esta antología es, no modificar, en lo más mínimo, las palabras de los chicos, porque aquí ellos son sus dueños.
Esperamos que disfruten esta aventura literaria, y que, cuando lleguen al final del puente, sientan que el camino recorrido valió la pena. Gracias:
Miriam Abálsamo y Claudia Szelubsky